El funcionamiento de este nanochip que mide apenas unos centímetros cuadrados, es sencillo: el dispositivo tiene la capacidad de detectar concentraciones muy bajas de estas proteínas de cáncer en la sangre, por lo que permite el diagnóstico de la enfermedad en una etapa precoz, lo cual puede suponer un gran avance para un tratamiento más adecuado y temprano de esta enfermedad, no solo por su fiabilidad, sensibilidad y bajo coste, sino también a su manejo y portabilidad.
“Lo más fascinante del descubrimiento es que somos capaces de detectar concentraciones extremadamente bajas de esta proteína en cuestión de minutos, lo que hace este dispositivo una herramienta de última generación, un instrumento ultra-sensible y poderoso que mejorará la detección temprana y el seguimiento del tratamiento de cáncer”, afirma Romain Quidant, líder del proyecto.